Exaltación del Jueves Lardero en Málaga
2018
por la corporación bíblica
La Coronación de Jehú
"La Bengala"
Crónica
El Incienso
Antonio L. Ortiz Rodríguez |
A la Capilla-Oratorio de la importantísima cofradía malagueña de
“NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO DE LA PUENTE DEL CEDRÓN Y MARÍA SANTÍSIMA DE LA
PALOMA” arribó el pasado domingo 28 de enero un nutrido grupo de almas
mananteras desplazadas desde Puente Genil, tierra santa, hombres de cuartel,
mujeres cofrades, sus hijos, sus padres, otros familiares… (todos pilares de la
querida Corporación Bíblica “La Coronación de Jehú – La Bengala”, grupo de luz
de la Virgen de las Lágrimas, esa golondrina de porcelana que llora ignorando
ser avanzadilla de la primavera) y con él un auténtico torrente de entusiasmo y
alegría, tanto que pareció postrarse ante la verde mirada de la Imagen Titular
del recinto un poderoso río desbordado de pasión que hizo que se detuviera el
tiempo, un ángel alado que llegaba para dar abrigo y consuelo a los centenares
de pontanas y pontanos ausentes a los que la vida trajo a la orilla del mar en
la siempre incierta lucha por la subsistencia, la de todo ser humano, y que
lloramos acá en la costa mediterránea, habituados ya al salitre en los labios,
del yodo marino, de nuestra emoción derramada, la distancia a nuestra tierra
natal tan cautivadora.
Qué maravillosa coincidencia de denominaciones, “La Puente”.
El Cedrón, ese arroyo que los Evangelios apócrifos sitúan en los
arrabales de Jerusalén y que debió cruzar Cristo en su camino al Calvario, fue
este mágico domingo de una anchura de algo más de un centenar de kilómetros que
cruzaron alegres esos nazarenos de alba y luto para abrazar a sus hermanos. Y
cuántos momentos hermosos nos regalaron.
Si bien todo salió perfecto, nuestro agradecimiento particular,
por su esfuerzo y por la belleza de cuánto nos dijo, debe ir dirigido al
Pregonero de este año, D. Antonio Luis Ortiz, quien prestó voz a su animosa y
hospitalaria corporación en este evento que con tanta solera y gravedad se
espera en Málaga cada año. Antonio se puso el mundo por montera y convocó a la
noche cuaresmal pontana, con sus “alfileres de escarcha en su pelo azabache”,
con sus “ojos brillantes” en el firmamento, personificándola, haciéndola carne
y vida en la imaginación de su auditorio, en una suerte de fantástica cadena de
prosopopeyas. Un pregón de gran altura interrumpido en ¿cuántas ocasiones? por
el aplauso de un público entregado, que disfrutó enormemente con los cánticos
corales de la corporación, las saetas de sus voces más aventajadas, y el
desfile inesperado de las dos figuras bíblicas de la corporación, Jezabel y el
Rey Jehú, que acudieron por sorpresa desde la espalda del público hasta aquel
maravilloso altar malagueño para hacer las reverencias a las dos Sagradas
Imágenes Titulares. Cómo vimos emocionarse entonces al Hermano Mayor de la
Cofradía costasolense, con qué ardor aplaudió el público el momento.
Momentos inenarrables. Momentos mágicos. Instantes que nadie mejor
que los mananteros sabe extraer del tesoro limpio y puro de su corazón para
compartir y ofrecer a sus hermanos.
Mil gracias, paisanos. Gracias, miles. Un pregón que sin duda
quedará en nuestro recuerdo por mucho tiempo.
¡Viva La Bengala!
¡Viva la Cuaresma Pontana!
¡Y viva Nuestro Padre
Jesús Nazareno!